Por qué no me gusta el SEO
Conocí a Eva Sanagustín por sus excelentes libros de Marketing de contenidos y la invité a escribir en mi blog un artículo libremente. Os dejo con Eva
Ya está, ya lo he dicho: no me gusta el SEO.
Tengo varios motivos y enseguida te los voy a contar para que entiendas mi punto de vista.
Antes, ya que estoy invitada en un blog sobre el tema y dedicándome yo a lo que me dedico,
tengo que reconocer que estoy obligada a convivir con ello. Así que he aprendido a equilibrar
la balanza hasta acabar teniendo una relación amor-odio con el SEO.
Como lo malo es lo que se recuerda más, empiezo por los motivos por los que el SEO no está
entre mis prácticas favoritas y dejo para el final lo que me hace quererlo (un poquito).
El origen de todos mis males es que no me gusta depender de Google. Está ahí, en lo más alto,
dictando las normas que todos hemos de seguir, haciendo los ajustes que quiere, cuando le
apetece… ¿y siempre hay que hacerle caso? ¡Qué remedio! Dirás tú, luego te digo lo que
pienso, pero te avanzo que hay alternativas.
Sin entrar al detalle de todos los cambios que hacen al año, basta con decir que son unos
cuantos y que unos afectan más que otros. Afortunadamente, no son contradictorios, pero sí
que muchos obligan a adaptar la estrategia para no bajar posiciones. Sí o sí, hay que estar
pendiente de sus deseos porque todos queremos mantener la posición (o mejorarla).
Esto me lleva a la siguiente: no me gusta el SEO porque es incontrolable. No es que quiera
dominar a Google, ¡Dios me libre!, me refiero al resto de los mortales que tenemos una
profesión bajo sus designios. La pelea es constante, siempre compitiendo, vigilando y
esperando el siguiente movimiento de quien está por delante o por detrás en los resultados.
Y si digo que es difícil de controlar no es solo porque influyen las acciones de cualquiera que
tenga una web cerca, también porque hay demasiados parámetros en su algoritmo como
para confiarlo todo a crear contenido de valor que es a lo que me dedico. ¡Y cuántos caen en
esa trampa!
Demasiada gente cree que el SEO va solo de elegir palabras y que solo hace falta escribirlas de
una determinada manera. No funciona así, pero es lo que el cliente pide y es lo que muchos le
dan. Hay que alimentar a la bestia y se hace a peso, sin otro criterio de calidad porque no
todos tienen reparos en cómo hacerlo. La ética de los redactores, como la de otras
profesiones, también es dudosa.
No me gusta el SEO porque es frío, matemático, técnico. Me obliga a contar palabras y,
encima, no me deja elegirlas ni combinarlas para generar más impacto en quien las va a leer.
Prefiero enfocar los contenidos a la personalidad de marca, a la emoción, al usuario. ¿Es
combinable este juego entre razón y corazón? Sí, pero requiere de un esfuerzo adicional y lleva
más tiempo.
Para encontrar el equilibrio y que todos ganemos, conviene apoyarse en fuentes de difusión
propias. Así se gana perspectiva y un poco de independencia respecto a Google (y a las redes
que también están dominadas por algoritmos). Tratándolo como “uno más”, se sufre menos
por sus modificaciones.
Vale, sí, el SEO también se deja querer. No es tan odioso como te he hecho creer porque, en el
fondo y aunque las formas no siempre me gusten, está pensando para el usuario, en su
experiencia, en su intención de búsqueda, en dar respuesta a sus necesidades de contenido de
forma estructurada.
Solo hay que esforzarse para que esta premisa se ponga en práctica: la prioridad es la
audiencia, siempre. No el algoritmo, no la cantidad por encima de la calidad. Si todos
trabajamos en esa dirección, habrá más posibilidades de gustar al usuario, lector o cliente. Por
eso, siempre propongo redactar primero y optimizar después.
Eva Sanagustín
Eva Sanagustín es freelance desde 2009. Se dedica a organizar, redactar y sugerir contenidos a empresas que quieren expresar su personalidad gracias al marketing de contenidos.